La voz de las espadas by Joe Abercrombie

La voz de las espadas by Joe Abercrombie

autor:Joe Abercrombie [Abercrombie, Joe]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


Luego

—He visto que tiene un secretario nuevo —dijo Glokta como de pasada.

El Archilector sonrió.

—Por supuesto. El antiguo no era de mi agrado. Tenía la lengua muy suelta, ¿sabe? —la mano de Glokta se detuvo antes de llevarse la copa de vino a los labios—. Se dedicaba a filtrar nuestros secretos a los Sederos —prosiguió Sult despreocupadamente, como si aquello fuera de dominio público—. Hace ya algún tiempo que estaba al tanto de ello. Pero no debe preocuparse, nunca se enteró de nada que yo no quisiera que supiera.

Entonces… usted sabía quién era el traidor. Siempre lo supo. Glokta repasó mentalmente los acontecimientos de las últimas semanas, los separó y, probando distintas combinaciones, volvió a juntarlos a la luz de los nuevos datos hasta que todas las piezas encajaron, procurando a su vez que no se le notara lo sorprendido que estaba. Dejó la confesión de Rews en un lugar donde pudiera verla su secretario. Sabía que los Sederos se enterarían de los nombres que figuraban en la lista y supuso cuál sería su reacción, consciente de que aquello los pondría en sus manos y le proporcionaría la pala con que sepultarlos. Entretanto, permitió que mis pesquisas se orientaran hacia Kalyne, a pesar de que sabía perfectamente quién era el verdadero soplón. Todo salió según sus planes. El Archilector le miraba con una sonrisa de complicidad. Apuesto a que sabe lo que estoy pensando ahora. Soy un simple peón de su juego, igual que el miserable gusano de su secretario. Glokta reprimió las ganas de soltar una risa. Puestos a ser un peón, ha sido una suerte que me haya tocado serlo en el bando vencedor. No sospechaba nada.

—Le decepcionaría saber la mísera cantidad de dinero por la que nos traicionó —prosiguió Sult frunciendo asqueado los labios—. Apuesto a que Kault habría estado dispuesto a darle diez veces más si hubiera tenido la agudeza de pedírselo. Las jóvenes generaciones carecen totalmente de ambición. Se creen mucho más listas de lo que son —el Archilector observó a Glokta con sus acerados ojos azules. Sí, mal que bien, yo también formo parte de esas jóvenes generaciones. Me tengo bien merecida esta cura de humildad.

—¿Su secretario ha sido sancionado?

El Archilector depositó su copa en la mesa con tal suavidad que la base apenas hizo ruido al entrar en contacto con la madera.

—Oh, sí. Con toda severidad. No hace falta que perdamos más tiempo hablando de él. —Seguro que no. Hallado un cadáver flotando junto a los muelles…—. Debo decirle que me dejó usted muy sorprendido cuando apuntó al Superior Kalyne como el origen de las filtraciones. Es un hombre de la vieja guardia. Seguro que alguna que otra vez se avenía a hacer la vista gorda en relación con algún asunto sin importancia, pero ¿traicionar a la Inquisición? —Sult soltó un resoplido—. Eso nunca. Me temo que dejó usted que su animadversión personal afectara su juicio.

—Aparentemente era la única posibilidad —murmuró Glokta, pero de inmediato se arrepintió de haberlo dicho. Idiota, idiota. En fin, ya no tiene remedio.



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